4-CRISTO EL DIVINO MATEMATICO

4 Cristo el Divino Matemático Imprimir E-Mail

Cristo el Divino MatematicoEste capítulo pone de relieve a Jesucristo como gran Matemático, y aduce aún más pruebas en favor de la sabiduría y el conocimiento perfectos de Dios, y de su amor y cuidado por cada uno de nosotros.

La matemática, la ciencia más exacta conocida por la humanidad, es la herramienta que usaremos para explorar una de las profecías más profundas de toda la Biblia. Estableceremos por medio de pruebas matemáticas que Jesús es el Mesías, el Ungido de Dios, el Santo de Israel, el Salvador del mundo. Dichas pruebas tienen como base la profecía bíblica y los eventos relacionados con el servicio del santuario.



¿ Sería alguien capaz de pronosticar con exactitud los eventos que van a suceder en el mundo de aquí a un año, o una semana, o aun el día de mañana? Sin embargo, el Libro de Dios predijo con certeza casi unos quinientos años por adelantado el año exacto en que Jesucristo comenzaría la purificación del santuario celestial previo a su Segunda Venida, cuando reunirá a su pueblo para llevarlo a las mansiones celestiales.

Comenzaremos con el capítulo 8 del libro de Daniel. En este capítulo Dios le da una visión a Daniel de lo que iba a suceder en un tiempo futuro. Leeremos el relato del propio Daniel quien nos dice que un ángel fue enviado para hacerle entender en detalle la visión... He aquí un trozo de la sorprendente predicción del mensajero celestial: "Y él dijo: 'Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado'" (Daniel 8: 14). Nótese que Dios le ordenó a Gabriel, el ángel de más elevado rango en el cielo, que instruyera a Daniel. Fijémonos cuidadosamente en Daniel 8:16: "Gabriel, enseña a éste la visión". Cuando Gabriel comenzó a abrirle el entendimiento a Daniel concerniente a los grandes eventos venideros, el profeta quedó tan fuertemente impresionado que se desmayó. El ángel lo dejó hasta que se recuperó.

Ya recuperado, pidió en oración que su instructor retomara y terminara su obra de interpretación. Declara Daniel: "..., aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel a quien había visto en la visión, al principio, volando con presteza vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. Me hizo entender, y habló conmigo... " (Daniel 9: 21, 22). De modo que el ángel Gabriel regresó para reanudar la explicación que fue interrumpida cuando a Daniel le dio un vahído. Luego, el ángel comenzó a explicarle el significado de la profecía de las 2.300 tardes y mañanas. Dicha explicación angelical comienza con Daniel 9:24: "Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, poner fin al pecado y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, sellar la visión y la profecía y ungir al Santo de los santos".

Notemos bien las primeras dos palabras: setenta semanas. Esta es una medida de tiempo. Gabriel empieza declarando, "Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo" . Cuando esta profecía fue dada, el pueblo judío todavía era el pueblo escogido de Dios, por lo tanto esta primera parte tiene que ver especialmente con la nación judía porque el ángel dijo, "están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad", o sea, Jerusalén.

La palabra "determinadas" significa cortadas en el hebreo original. En otras palabras, las setenta semanas son un segmento o parte de las 2.300 tardes y mañanas que según Gabriel habían sido determinadas sobre los judíos.

Ahora estamos listos para hacer frente a nuestro primer problema de aritmética. Al total de 2.300 días tenemos que restarle 70 semanas. Sin embargo, para poder restarle semanas a los días tenemos primero que convertir las semanas en días. Recordemos que una semana consta de siete días, de modo que al analizar el primer problema, es preciso tomar el número de semanas, que suman a siete, y multiplicarlo por 7, lo cual nos da un total de 490 días (70 x 7 = 490). Luego le restamos los 490 días a los 2.300 días, lo cual nos deja la suma de 1.810 días.

70 semanas x 7 = 490 días
2.300 días - 490 días = 1 810 días
2.301


Se ve ya que los 2.300 días estaban divididos en dos porciones. La primera de 490 días es el tiempo que fue determinado sobre los judíos. La segunda de 1.810 días es el tiempo que corresponde a los gentiles. Esto nos facilitará el descubrimiento de la fecha en que el santuario celestial había de ser purificado.

Antes de proseguir con estos cálculos, es menester que recordemos que en tiempo profético un día representa un año. Le dijo Dios al profeta Ezequiel : ".. día por año, día por año te he dado " (Ezequiel 4:6). Según esta regla, los 2.300 días equivalen a 2.300 años literales, de modo que la primera porción de 490 años es para los judíos, y los 1.810 años restantes son para los gentiles. El término de este período profético de tiempo nos lleva al mismo año en que el Señor purificaría el santuario celestial.

Para seguir adelante con nuestro proyecto de calcular el tiempo, necesitamos establecer una fecha de partida, los 2.300 años no tienen mucho significado a menos que sepamos el año de comienzo de la profecía. Por ejemplo, yo puedo decir que Martín Lutero, el más destacado de los reformadores protestantes, vivió un total de sesenta y tres años, lo cual es un hecho histórico. Sin embargo, si yo digo que Lutero nació en 1683 y que vivió por espacio de 63 años, entonces se hace posible saber en qué año murió. Lo averiguaríamos sumando 63 más 1683, la fecha de su nacimiento. ¿Verdad que es sencillo? Sí, es una aritmética de lo más sencilla.

El Señor sabía que íbamos a necesitar este dato adicional, de modo que nos dio la fecha de comienzo de esta profecía de 2.300 años. ¿Dónde la encontramos? Leemos que el ángel le enseñó a Daniel que las 70 semanas, o sea el período de 490 años, había de comenzar al expedirse el decreto para la restauración y reconstrucción de Jerusalén. Recordaremos que Nabucodonosor había destruido esta ciudad, pero Dios declaró que llegaría el tiempo cuando sería reconstruida. Nos informamos de este decreto en Esdras 6:14. Refiriéndose al templo, dice: "Edificaron, pues, y terminaron la obra, por orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darío y de Artajerjes, rey de Persia". Esto nos indica que tres reyes tomaron parte en la promulgación del decreto. Esdras recibió la autorización final para restaurar el templo en el año 457 a. C. de parte de Artajerjes 1, que en aquel entonces era el rey de Persia. ¿Podemos comprobar esto? La evidencia la tenemos en una carta que Artajerjes le escribió a Esdras, dándole la autorización. La encontramos en Esdras 7: 12-28, un pasaje que debe leerse.

Esta nos da el punto de partida. La fecha del decreto de Artajerjes fue el año 457 a. C. Se ha establecido sin lugar a duda que el séptimo año de Artajerjes comenzó en el otoño de 458 aC. y terminó en el otoño de 457. El decreto de Artajerjes citado en Esdras 7 entró en efecto después de la llegada del escriba Esdras a Palestina hacía fines de verano o a principios del otoño de ese mismo año. No hay por qué cuestionar esta fecha (Nota: Consúltese la obra en inglés, The Chronology of Ezdra 7 [La cronología de Esdras 7 por los eruditos en arqueología Síegftíed H. Horn y Lynn H. -Wood, que fue publicada en 1953 por la Revíew and Herald Publíshíng Assocíation).

Dios nos ha dicho que debemos empezar a contar los primeros 490 años de esta profecía desde la fecha en que fue expedido el decreto para la reconstrucción de Jerusalén en el otoño del 457 a. C. -cuatrocientos cincuenta y siete años antes de Cristo.

¡ Preparémonos ahora para algo sorprendente y emocionante! Esta profecía, dada a Daniel unos quinientos años antes del nacimiento de Cristo, en efecto predijo la fecha en que el Mesías comenzaría su ministerio. Examinemos con cuidado las siguientes palabras que se encuentran en Daniel 9:25 :"Sabe, pues, y entiende que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas". Ahora estamos preparados para hacer más cálculos matemáticos:



7 semanas + 60 semanas + 2 semanas = 69 semanas x 7 (cantidad de días que tiene una semana = 483 días o años - 457 = 26 + 1 (añadiéndole unos 8 o 9 meses en vista de que el decreto fue promulgado en el otoño de ese año) = 27 d. C., la fecha en que Cristo inició su ministerio terrenal.

Sumemos las 7 semanas, las 60 semanas y las 2 semanas. Esto nos da un total de 69 semanas. Y no olvidemos que proféticamente un día representa un año, de modo que hay que multiplicar 69 por 7 (los días que tiene una semana), lo cual rinde un total de 483 días, años. Esto nos lleva a la fecha precisa en que el Mesías comenzaría su misión. Vamos simplemente a restarle 457 (la fecha del decreto de Artajerjes 1) a 483 (el total de los años indicados), lo cual nos da un total de 26 años. Pero debido a que no hay un punto de partida de 0 a 1 año, y en vista de que el decreto fue promulgado hacia fines de año, hay que añadirle un año completo, lo cual nos lleva al año 27 d. C., la fecha exacta en que Cristo comenzó su ministerio terrenal. ¿ No es esto algo maravilloso?

Examinemos unos cuantos puntos más de esta extraordinaria profecía. ¿Cuál fue el evento sobresaliente del año 27 dC.? Las Sagradas Escrituras relatan que una multitud se reunió a las orillas del río Jordán. Juan estaba bautizando y Jesús acudió a él solicitando ser bautizado también. Al ver a Jesús, Juan inmediatamente se dio cuenta de que estaba en presencia de un ser santo y quiso eludir su pedido diciendo: "Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?". Jesús miró a Juan y le respondió: "Permítelo ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia"(Mateo 14:15). Luego, Juan bajo la inspiración de Dios, proclamó a todos los que estaban reunidos en la ribera del río que Jesús era el Salvador de la humanidad. Declaró: "¡Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!" (Juan 1: 29). Después, Juan condujo a Jesús al agua, y lo bautizó por inmersión. Cuando salió Jesús del agua, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma, y se oyó la voz del Padre desde el cielo declarando que Jesús era su Hijo amado: " ... el cielo se abrió y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma; y vino una voz del cielo que decía: 'Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia "' (Lucas 3: 22).

Después de esta unción de lo alto y de unos cuarenta días de tentación en el desierto, Jesús empezó su ministerio en el otoño del año 27 d. C. -en el tiempo preciso que había sido profetizado. El mismo Jesús estaba consciente de esta profecía de tiempo porque empezó a predicar diciendo: "El tiempo se ha cumplido... " (Marcos 1: 15). ¿ Cuál fue la profecía que se cumplió? La de los 483 años de Daniel 9: 25. Las palabras "el tiempo se ha cumplido" nos indican que Jesús estaba enterado de la profecía de Daniel.

¿ Y por qué no? Fue él mismo quien por intermedio del ángel Gabriel había instruido a Daniel. Él había profetizado que 69 semanas después de haber sido expedido el decreto, el Mesías aparecería en la tierra para comenzar su ministerio. Y es un hecho que cuando las 69 semanas se cumplieron, Jesús el Mesías se manifestó a la hora indicada y de inmediato empezó a predicar que el tiempo se había cumplido.

Amigos míos, ¿habrá alguien en el mundo capaz de predecir lo que va a suceder de aquí a un año? Yo no puedo ni siquiera anunciar lo que va a ocurrir mañana mismo, pero hay un Libro, la Palabra de Dios, que predijo lo que iba a suceder centenares de años después. La Biblia es verdaderamente un libro de origen divino porque predijo el año exacto en que Cristo se manifestaría para comenzar su ministerio: en el año 27 d. C. La fecha del 27 d. C. nos acerca más al fin de las 69 semanas.

¿Cuántas semanas faltan? (Recordad lo que dice Daniel 9: 25: "Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo") . Sí, falta solamente una semana. Y fue una semana de veras extraordinaria.
Leamos el versículo 27: "Por otra semana más confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda". Sí dividimos una semana por la mitad, ¿ cuántos días son los que indican el punto medio? La mitad de 7 días son 3 días y medio. Recordaréis que, de acuerdo al tiempo profético, 3 días y medio equivalen a 3 años y medio. Lo que indica la Biblia aquí es que a la mitad de la última de las setenta semanas se quitaría la vida al Mesías. En la versión Nácar-Colunga de la Biblia, Daniel 9:26 reza así: "será muerto un ungido sin que tenga culpa". ¿Os dais cuenta del profundo amor de Dios expresado en estas palabras? Ciertamente el Hijo de Dios no se mereció la muerte, como tampoco la merecía el cordero ofrecido en holocausto por el pecador en el santuario terrenal. Cristo no era culpable de ningún pecado. Aun el gobernador romano que lo sentenció a muerte dijo:"Yo no hallo en él ningún delito". De todos modos, fue muerto, fue sacrificado, aunque no tenía culpa alguna. Amigos míos, el Ungido gustó la muerte por cada uno de nosotros "Mas él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados"(Isaías 53: 5).

El ángel Gabriel le dijo a Daniel: "... a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda" (Daniel 9:27). ¿De qué manera ?Al ofrecerse a sí mismo como el supremo sacrificio sobre la cruz, el sistema de sacrificios del santuario caducó porque Jesús, el gran Cordero de Dios, se convirtió en la ofrenda y a manera de Sustituto murió la muerte que el pecador merecía.

Todavía nos quedan otros cálculos que hacer, hemos confirmado el año 27 d.C., pero la profecía le añade unos tres años y medio más a esta fecha, de modo que ahora tenemos un total de 30 años y medio, lo cual nos lleva a la fecha exacta en que fue sacrificado el Hijo de Dios. ¿ No es esto una maravilla ? Sí, fue en el año 31 d. C. que Jesús pronunció estas palabras inolvidables mientras pendía de la cruz: "¡Consumado es!"

70 semanas - 69 semanas = 1 semana
1 semana = 7 días /2 = 3 días y medio (o años proféticos)
27 d.C. (otoño) + 3 años y medio = 30 años y medio


D.C. -Esta profecía nos lleva hasta la temporada de otoño.
Le añadimos medio año más y el resultado es la primavera
del 31 d.C.

¿ Qué aconteció en el santuario terrenal en el año 31 d.C ? El velo que dividía el lugar santo del lugar santísimo misteriosamente se rasgó en dos de arriba abajo, indicando que los sacrificios terrenales ya no tenían ningún significado. Se había llevado a cabo el sacrificio del Cordero de Dios. "Pero Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró, Entonces el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo" (Marcos 15:37, 38).

Por espacio de unos mil quinientos años los judíos habían ofrecido un cordero durante la fiesta de la Pascua. Si ellos hubieran estudiado la maravillosa profecía de los 2.300 años, a la luz del servicio típico del santuario, hubiesen sabido cuando aparecería el Mesías, como también el mes, el día y la hora en que Cristo sería crucificado. Según las leyes de los judíos, el cordero pascual era sacrificado exactamente a las 3 de la tarde.

Es admirable que más de quinientos años antes de ocurrir, su muerte había sido profetizada en detalle. Este sorprendente hecho histórico corrobora la veracidad de la Palabra de Dios porque estableció mediante cálculos matemáticos que Jesucristo es el Cordero de Dios y el Salvador de la humanidad.

31 d. C. (primavera) + tres años y medio = 34 d. C, (otoño)


¿ Que fue lo que ocurrió en esta fecha específica del 34 d. C. ? Este es el año en que Esteban, el primer mártir cristiano, murió apedreado en manos de los judíos durante la persecución contra los seguidores de Cristo. Fue entonces que la recién fundada Iglesia Cristiana salió de Jerusalén para difundir el evangelio entre los gentiles -por todas las naciones de la tierra.

Hasta aquí nuestro estudio ha abarcado los primeros 490 años de la profecía de los 2.300 años, inclusive el año cuando el evangelio fue llevado a los gentiles. Ahora pasaremos al segundo segmento de esta profecía de tiempo: el período de los 1.810 días o años. ¿ Qué era lo que iba a ocurrir a fines de esta parte de dicha profecía? "Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas, y el santuario será purificado" (Daniel 8: 14). Véase ahora la Fig, Núm. 5, que aparece abajo. Si sumamos el año 34 d. C. a los 1.610 años, caemos en el año 1.844. Según la profecía, la purificación del santuario comenzaría en esa fecha.


34 d. C. (otoño) + 1810 (véase la Fig. Núm. 1) = 1. 844 (otoño)


Ahora estamos listos para considerar lo que se había de llevar a cabo en el santuario celestial en el otoño de 1.844. Descubriremos en el próximo capítulo que durante el proceso de purificación del santuario que comenzó entonces -es decir, el juicio investigador- cada uno de nosotros tendrá que rendir cuentas ante Dios y demostrar que la sangre de Cristo ha cubierto todos nuestros pecados. Este es el factor que determinará nuestro destino final.

El presente capítulo ha puesto de manifiesto que Cristo era el verdadero Cordero, y que fue inmolado, conforme a la profecía, el mismo día en que se sacrificaba el cordero pascua. El ritual que acompañaba el sacrificio de la Pascua era un recordativo de la ocasión en que el pueblo de Israel fue libertado de la esclavitud egipcia. Pero también prefiguraba una mayor liberación: la liberación de la esclavitud del pecado por medio del magno sacrificio de Jesús sobre la cruz. El apóstol Pablo se refiere a Cristo como "nuestra Pascua" que "fue sacrificada por nosotros" (1 Corintios 5:7).

Viene a mente el relato del ángel destructor que pasó por la tierra de Egipto para matar a los primogénitos tanto de hombres como de bestias. Todas las moradas en Israel fueron pasadas por alto porque el padre de cada familia había degollado un cordero y rociado su sangre sobre el dintel y los dos postes de la puerta de la casa; sin embargo, en todo hogar egipcio hubo muerte. Amados, pronto el ángel destructor de Dios volverá a recibir una orden, y esta vez será la de destruir a todos los pecadores en el mundo entero. Sólo aquellos que estén cubiertos por la sangre de Cristo escaparán de la ira de Dios. Hoy es el día propicio para asegurarnos de que estamos cubiertos por la preciosa sangre del Cordero de Dios. No olvidemos la promesa contenida en Éxodo 12: 13 " veré la sangre y pasaré de largo ante vosotros".

Así que, valiéndonos de una metodología numérica, hemos establecido fuera de toda duda que Jesucristo es el Cordero de Dios. Pero, además, hemos aprendido algo aún más importante: que en el año 1.844 Jesucristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, entró en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial para realizar su obra de juzgar todo caso individual y para purificar el Santuario. Esta obra de purificación la hace el mismo Cristo quien, en virtud de su propia sangre, borra los pecados perdonados de sus redimidos, los pecados que habían sido registrados en los libros del cielo.

Si mediante la justicia de Cristo hemos preparado nuestras vidas arrepintiéndonos, confesando nuestros pecados y entregándonos sin reservas a él, seremos considerados justos ante el Tribunal Divino, y la expiación final se efectuará en nuestro favor.